El acto en el que el candidato a intendente por el Frente para la Victoria, Gustavo Traverso, presentó a sus futuros colaboradores que lo acompañarán en caso de imponerse en las elecciones de octubre estuvo signado por el fervor, el entusiasmo de una militancia que no tiene reparo alguno en afirmar que estamos cerca del triunfo.
No es esta una actitud que desprecie al adversario, que crea que ya todo está hecho, pero se palpa esa sensación de que el Peronismo está próximo a terminar con los 28 años de gobiernos radicales.
Ciertamente, el pertenecer a un espacio que conduce la presidenta Cristina Fernández es un plus que no podemos obviar.
Pero también hay una construcción política aquí que es mérito de Traverso y de muchos compañeros/as que se han puesto al hombro la campaña con convicción, fortaleza espiritual y plenamente convencidos que existe un programa para poner a Junín en sintonía con lo que pasa en la Nación.
No es admisible que esta gestión mediocre, que apunta sólo a llegar al fin del mandato, que no ha sabido articular políticas inclusivas pueda continuar al frente del gobierno municipal.
Es por esto que los juninenses tendrán una opción muy fuerte en octubre: seguir sometidos al statu quo impuesto por Mario Meoni o apuntar a un cambio que nos coloque en una posición privilegiada desde el punto de vista del desarrollo económico y social.
Suponer que los "oficialismos" ganan y punto es un reduccionismo sin sustento. Esto se da en aquellos lugares donde quienes gobiernan, gestionan.
De lo contrario, las sociedades no se suicidan en masa. Ver como languidece Junín no es un espectáculo grato.
Traverso ha señalado que merecemos vivir en una ciudad mejor y para que esto ocurra hay que promover el cambio y, además, no tenerle miedo.
El futuro es una construcción colectiva. Requiere participación e involucramiento.
La tarea que ha de tener que sobrellevar Traverso en caso de triunfar en octubre no será fácil.
Cuando uno se hace cargo de una administración inoperante, incapaz de resolver los problemas que más acucian a las personas, el esfuerzo que ha de demandar la resolución de esos problemas será mayor.
Pero, al mismo tiempo, permitirá comparar gestiones y entonces el pueblo sentirá la sensación de que su voto ha servido para mejorar su calidad de vida y sus expectativas futuras.
Nada es mágico en estas circunstancias. Los triunfos electorales se logran con militancia, con el contacto con los votantes, con la tarea de persuadir, de convencer a quienes aún no están convencidos de la necesidad de esa mutación.
Este espacio tiene una propuesta integral para acabar con esta suerte de predestinación al fracaso que ha sufrido Junín a partir de una gestión que no ha sabido dar respuesta a los múltiples reclamos sociales.
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